¡Extra, extra! El Titanic se ha hundido

  • Catástrofe en el mar. Cálculo aterrador. Los informes de la compañía White Star reconocen que es inmenso el número de víctimas. Desde nueva York llegan las primeras noticias. La edición 12.641 de El Globo, un periódico de cuatro páginas dirigido por Pablo Becerra, informa el 17 de abril de 1912 que el Titanic se ha hundido
Verdugo_landi_titanic
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Las publicaciones españolas cuentan el desastre y detallan las “desgarradoras escenas” que se producen ante las oficinas de la White Star Line, “promovidas por personas que tenían deudos a bordo”.

El diario El Día publica ese mismo miércoles informaciones desde París. “Escenas de alegría o dolor, a medida de que se van conociendo los nombres de los pasajeros y tripulantes que se cree han logrado salvarse o se han ahogado, pues nada en firme se sabe hasta ahora”. Párrafo a párrafo se suceden distintos informes producidos en Londres o Berlín que complementan lo que se sabe del suceso y en ocasiones se contradicen.

La Correspondencia de España (17/04/1912), por ejemplo, muestra en su primera página pequeñas píldoras informativas que en principio anuncian que son 675 las víctimas mortales y varios párrafos después corrige esa versión diciendo que “hasta ahora resultan 875”.

La correspondencia

En un apartado bajo el título Peligro de los icebergs describe cómo estos “enormes bancos de hielo” han producido “en todo tiempo grandes catástrofes marinas, haciendo en esta época sumamente peligrosa la navegación”.

El Imparcial dedica dos de sus cinco columnas al naufragio. Es el día 18 de abril de 1912. “Mil trescientas víctimas. Varios millonarios ahogados”, se lee en el titular que comparte espacio con los informes sobre el eclipse de sol que se vio en España por aquellos días.

Este diario editado en Madrid hace un resumen del servicio especial con los “detalles de mayor interés y algunos inéditos”. Escrito en primera persona, desglosa la cantidad de pasajeros que viajaban en el Titanic: 750 en primera clase, 500 en segunda, 1.100 de tercera, y 800 hombres entre tripulación y servidumbre. “Una verdadera ciudad flotante de 3.150 almas”.

Los archimillonarios

Los diarios españoles de la época destacan también los nombres de los pasajeros que viajaban en el trasatlántico. El multimillonario coronel del ejército norteamericano John Jacob Astor y William Thomas Stead fueron reseñados especialmente. El Globo destaca que Stead era “un viajero infatigable”

Heraldo

El viernes 19 de abril el Heraldo de Madrid utiliza una imagen de Isidor Straus, copropietario de la reconocida tienda por departamentos Macy’s, para ilustrar su portada.

‘El Titanic y sus millonarios’ es el titular de un texto que califica al naufragio como “sublime”. Recuerda cómo los periódicos de Londres “saludaron la aparición del monstruo de las 40.000 toneladas con el título del ‘Insumergible’” al zarpar del puerto de Southampton.

También relata cómo “el navío de los multimillonarios, de los reyes del mundo” tenía a bordo “a personas que poseían entre sí más de cien millones de libras esterlinas”. Una inmensa fortuna. Y enumera entre los fallecidos a Benjamin Guggenheim, Harry Widener, Washington Roebling y John Borland Thayer Jr.

El imparcial

Además, el texto firmado por Ramiro de Maeztu desde Londres, destaca que el buque llevaba 10 camellos “para pasear por el puente a los hijos de los multimillonarios”.

Entre los españoles ahogados a consecuencia del naufragio del Titanic figura don Víctor Peñasco y su esposa María Josefa Pérez Soto, según reseñan los diarios de la época. “Ambas familias se enteraron de la desgracia de que eran víctimas por los periódicos”, reseñó El Imparcial en su número 16.212.

Más allá de la noticia

En la publicación Vida Marítima del 30 de mayo de 1912 se hace un extenso recorrido por las “enseñanzas” que dejó el naufragio. Se ilustra con imágenes del enorme transatlántico y algunos de sus espacios interiores.

Además cuenta con una representación gráfica “de la probable avería sufrida en los fondos del Titanic al chocar con el témpano, y cuya extensión, por abarcar varios compartimientos estancos, explica su ida a pique”. En las páginas interiores se puede encontrar una lista de “los naufragios más trágicos de nuestro tiempo anotados en orden al número de víctimas causadas”.

Vidamaritimagrafico

En La Ilustración Española y Americana, en su edición del 30 de abril, se publica una crónica de Carlos Luis de Cuenca sobre la tragedia del Titanic que hace énfasis en las distintas comisiones de investigación sobre la tragedia, tanto en Estados Unidos como en Inglaterra, para “depurar responsabilidades” y “resolver varias cuestiones sobre la velocidad y el número de botes que deben llevar los transatlánticos”.

En un trabajo más extenso sobre el accidente se pueden ver imágenes Edward John Smith, capitán del Titanic, del salón y el comedor de primera clase. Además cuenta con una impresionante ilustración a doble página del momento del naufragio, realizada por el pintor malagueño Verdugo Landi.

Capitán

En el relato sobre los instantes posteriores al choque se lee que “la tranquilidad era completa” dentro de la embarcación. “En el salón varias personas jugaban a las cartas sin experimentar inquietud alguna. Habían visto pasar una montaña de hielo y creían que lo ocurrido se limitaba a una pequeña rozadura de costado. Continuaron el juego”.

El texto también describe los últimos instantes del Titanic antes de hundirse. Es el clímax de una tragedia que 100 años después permanece en el pensamiento colectivo:

“Durante cinco minutos el coloso se mantuvo en posición vertical; la popa apuntaba al cielo como una mano gigantesca que impetra favor; luego, un agujero negro, cual fosa común, se abrió; blancas espumas, arremolinándose en torbellinos, fingieron mortaja y lápida sepulcral; un alarido formidable, enloquecedor, hirió la paz de la noche, ¡era el adiós al mundo, exhalado por más de millar y medio de agonizantes!... Sobre la bruma, las estrellas temblaban en el firmamento como luces de cirios en un funeral; de tiempo en tiempo se escuchaban ayes desgarradores, sollozos roncos, estertores que ponían pavor en el corazón y lágrimas en los ojos”.

Por Pablo López Hurtado

Ilustración principal: Verdugo Landi (1912)

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